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Parte 3: La Soberbia.

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No me parece que sea una “cualidad“ tan frecuente como la ignorancia o la avaricia, sin embargo, es capaz de provocar unos resultados mucho más desastrosos. Si con razón el catolicismo la sitúa como el peor de los pecados y el origen de todos los demás. Causante de que tengamos que estar trabajando en lugar de correteando por el paraíso terrenal con una hoja de parra atada a la cintura. Culpable de que un adorable angelito, que podría haber sido feliz sobrevolando algún portal de Belén y ondeando al viento sus dorados tirabuzones decidiera rebelarse y cambiar las alas por cuernos y rabo.

La Soberbia, por muy altiva y vanidosa que sea, también puede ser de andar por casa. Quizá sea la más común, en cada pequeño barrio, pequeña ciudad o pequeño país, hay personas que alcanzan un cierto grado de conocimiento que ellos ven por encima de los que les rodean. Y esto puede ser la chispa que haga nacer la “Satisfacción y envanecimiento por la contemplación de las propias prendas con menosprecio de los demás” (elaborada definición número 2 de soberbia por la RAE). Tuertos, nacidos en un país de ciegos, que cuando por fin se encuentran con alguien con los dos ojos sanos son incapaces de reconocerlo. Me extrañaría que no se os haya venido a la cabeza algún nombre propio a la cabeza, de forma inconsciente, durante la lectura de este párrafo (o seré yo que estoy cargado de malicia).

Y, por supuesto, La Soberbia también puede ser de altos vuelos, que es donde se encuentra en su salsa. Personas que han alcanzado un grado de maestría bastante curioso en lo suyo y que se ven afectadas por la definición 1 con la que nos ilustran los académicos: “Altivez y apetito desordenado de ser preferido a otros”. No basta con ser muy bueno (eso está chupado) y tampoco vale esa frase tan de moda de “ser la mejor versión de uno mismo” (eso es de conformistas), lo que cuenta es ser mejor que los demás (y que todo el mundo lo reconozca), tener un nombre propio y sentarse en un trono desde el que mirar hacia abajo donde una buena recua de seguidores babea de admiración. Y esto no supondría ningún problema, allá cada uno con lo suyo, salvo porque una vez que te crees en ese trono, con el ego rezumando por todos los poros de la piel uno puede llevarse por delante lo que sea. Incluso obras de arte creadas por genios inigualables.

Nota: es imposible escribir sobre La Soberbia sin sentirse uno mismo soberbio, aproximadamente 2 o 3 veces por párrafo al escribirlo y una más en cada re-lectura. Así que no os cortéis y llamádmelo sin miramientos en los comentarios.

Postnota: aunque no lo parezca seguimos hablando de Pilates, o eso creo, que con tanto desvarío ya no estoy seguro de nada. Dos publicaciones más y todo encajará como piezas de un gran puzzle sideral.